jueves, octubre 23, 2008

Alta en el cielo...

La inmensa noche nos llenó de repente, cubrió nuestros rostros impávidos, y con toda impunidad dejó ver sus estrellas mas brillantes, serenas y asombrosamente hermosas, posaron su fantasmal presencia en ese hospicio triste, de paredes tan altas y recovecos antiguos, no devuelven otra cosa que la cercanía inquietante de lo inevitable. Es ese el lugar apropiado de las noticias que no queremos escuchar, de las verdades desnudas y despojadas de todo sentimiento bondadoso. Ese es el preciso y exacto lugar de la desgracia, y el dolor se apodera de todo sentimiento vital, nos deja cara a cara con el destino que ahí mismo decidió desordenar todo.
Pero es demasiado gigante el universo, tan incomprensiblemente infinito como la vida que a cada pincelazo tiñe de colores antojadizos el camino a transitar. Y asi nos encuentra, siempre dando la mirada complaciente y compinche, cálida, que quiere reflejar toda la amistad de un solo abrazo. Para eso estamos, los que decidimos tener hermanos de la vida, y transitarla juntos, para mitigar el dolor que se hace carne.
Aún asi, si en medio de la desesperanza logramos alzar la vista, mirar con sumo detalle, podremos ver asomar en ese cielo majestuoso, un lucero nuevo, brillante, con luz eterna, que a partir de ahora cobijará con particular calidez, tan propia y única como los brazos de una madre.
(Para Silvio y Saúl - Crónicas Panzas - Derechos Reservados)